Crónicas de los X-Men #1

Título: Orígenes
Fecha de publicación USA: Marzo (1995)
Guión: Howard Mackie
Dibujo: Terry Dodson
Tinta: Klaus Janson

Personajes: Magneto, Mercurio, Hombre de Hielo, Tormenta, Bruja Escarlata, Jean Grey, Coloso, Arma X, Nave, Candra, Bova, Mística, Pícara, Gideon, Guerra, Muerte, Dientes de Sable, Némesis, estudiantes de Magneto, Apocalipsis.

Argumento: Montaña de Wundagore. Magneto observa su refugio – escuela donde enseña a muchos jóvenes mutantes a manejar sus poderes. Los está preparando para las batallas que se aproximan. Su hijo, Mercurio, detiene sus pensamientos al informarle de que todo está listo para comenzar el entrenamiento en la “Zona de Matanzas”, la sala donde se entrenan los mutantes. Magneto observa a sus estudiantes mayores entrenar: Tormenta, Coloso, Jean Grey, el Hombre de Hielo, Mercurio y la Bruja Escarlata se enfrentan a un ejército de robots y Magneto se une al entrenamiento, ya que es consciente de que tendrá que liderarles en la guerra y debe conocer a sus soldados. El entrenamiento resulta demasiado sencillo para los jóvenes, así que Magneto sube el nivel de la sesión, aumentando el peligro. Para compensar, introduce en el entrenamiento al nuevo miembro de su Patrulla X: Arma X, un mutante con una furia animal y garras de adamantium que está a punto de matar al Hombre de Hielo en el combate de entrenamiento. Para calmar su sed de sangre, Magneto le ordena a Jean que entre en su mente. Ella no sabe si podrá hacerlo, puesto que su telepatía es limitada, pero consigue calmar a Logan. Magneto se marcha a recibir a otro mutante.

En ese momento, en Nueva York, una gran nave surca los cielos. Se trata de la Nave de Apocalipsis, desde donde sale una proyección holográfica de Candra, la heraldo de En Sabah Nur, que anuncia la llegada de la era de los mutantes y del fin de los humanos. Magneto ha visto lo ocurrido desde su despacho y planea sus próximos movimientos cuando Bova, su asistenta, le avisa de que Mística ha llegado a la ciudadela y que lleva consigo a Pícara, una joven a la que Apocalipsis intentó captar. Magneto se compromete a enseñarle a usar sus poderes y a cuidar de Pícara, que evita todo contacto con sus compañeros por temor a que sus poderes se descontrolen como le pasó con Polaris. Mientras tanto, Apocalipsis hace el primer movimiento: envía a sus cuatro jinetes, liderados por Dientes de Sable, a la Ciudadela del Cabo, el arsenal de defensa nuclear de los Estados Unidos. Al conocer este suceso, Magneto dispone que la Patrulla X viaje a América para detenerlos, aunque sus enemigos van muy adelantados y sólo restan unas horas para que comience el ataque nuclear a distintos lugares del planeta.

A la vez que Dientes de Sable, Candra, Gideon, Muerte y Guerra entran en la base, Magneto y la Patrulla surcan el océano Atlántico para detenerles, dejando atrás a Pícara y a la Bruja Escarlata para que defiendan la escuela. Sin saberlo, son espiados por Némesis, el “hijo” de Apocalipsis, que ataca la escuela. Mientras Wanda intenta esconder a los reclutas más jóvenes, Pícara sale a enfrentarse a él. Cuando los Hombres X llegan a Ciudadela del Cabo, su avión es destruido por la Nave de Apocalipsis. Además, en las filas de Apocalipsis se produce una división, puesto que Dientes de Sable se niega a lanzar un ataque nuclear, así que Candra toma el mando justo a tiempo para iniciar la lucha contra Mageto y los suyos. La batalla es sangrienta y todos hacen lo imposible para vencer a sus enemigos. Magneto consigue llegar hasta Gideon y los controles de los misiles nucleares y, tras matar a su oponente, detiene la cuenta atrás. Apocalipsis lanza, entonces, su Nave contra la Patrulla X, que ya ha vencido a sus Jinetes, pero Magneto destruye el armamento de la Nave antes de que pueda hacer daño a sus pupilos.

En las ruinas de Wundagore, la Bruja Escarlata está a punto de morir por las heridas causadas por Némesis en el combate. Antes de morir, le pide a Pícara que cuide a Magneto, ya que necesitará a alguien que le apoye en la guerra que se avecina. Magneto vuelve para descubrir el cadáver de su hija, ante la que jura que nunca dejará de luchar.